Habitualmente nos encontramos en nuestra consulta personas que consideran tener mucha “mala suerte” a la hora de enamorarse. Le achacan al azar la causa de sus problemas lo cual les libra de pensar en su propia implicación en esa elección. Porque más allá del flechazo inicial, hay un momento en que la persona elije, decide sostener el lazo con esa nueva persona.

Esta elección es mayormente inconsciente. No sabemos por qué nos enamoramos, qué es exactamente lo que del otro nos toma el cuerpo a través del amor. Sabemos que hay unos rasgos físicos y de carácter que nos gustan, pero no sabemos todo lo que se juega en ese enamoramiento. Y es que en la relación amorosa se dan cita los fantasmas, las fantasías, los miedos y el goce de cada uno. ¡Y ni siquiera uno mismo sabe mucho de esos elementos propios!

Por eso, cuando nos enamoramos, más allá de la suerte –buena o mala, algo que se verá a posteriori- del encuentro con la otra persona, se ponen en marcha todos esos elementos inconscientes. Una pista la tenemos en la repetición: si durante mi vida he elegido en varias ocasiones parejas con las que he tenido relaciones tormentosas, podemos decir que algo mío, propio, va en esa dirección. Si ponemos la responsabilidad en la suerte, probablemente seguiremos repitiendo este tipo de encuentros. En cambio si planteamos alguna pregunta tipo “¿por qué me engancho con personas con las que tengo relaciones que me angustian?”, se abrirá la posibilidad de encontrar algo de lo que se nos juega en el amor, permitiendo hacer algo distinto, mermando algo de la repetición.

La “suerte” no es más que una excusa para no tener que afrontar que uno está implicado en su propio malestar. Esa es la mala noticia. La buena noticia es que una vez nos decidimos a tomar la responsabilidad de nuestro malestar, y lo interrogamos, logramos llegar a captar algo de esos elementos que mencionábamos antes –los fantasmas propios, las fantasías, el goce, los miedos…- y esto abre la posibilidad de tener encuentros amorosos diferentes.

En el amor se encuentra pero también se elije pareja. El encuentro es fortuito y no se puede controlar, la elección es inconsciente pero no fortuita, y aunque tampoco se puede controlar, se puede llegar a captar algo de lo que la empuja. Comprender algo de lo que nos hace sostener una relación que nos atormenta puede ayudarnos a tomar una decisión consciente distinta. Cuando sostenemos relaciones que nos hacen daño estamos ante una elección inconsciente que conviene tratar de revelar en la medida de lo posible. Sólo así podremos tomar decisiones diferentes.

En la experiencia psicoanalítica uno puede hacer un recorrido que le permita obtener algunas de estas revelaciones, de modo que tenga una mejor comprensión de lo que se le juega en el amor, en la elección inconsciente de parejas. Esa elección que antes tomábamos como “mala suerte” ahora es algo propio a descifrar para poder elegir distinto. En Sabere Clínica, nuestro equipo de psicólogos y psicoterapeutas psicoanalistas ofrecemos la oportunidad de hacer esta experiencia. Estamos en Madrid, cerca de Atocha Renfe. La primera sesión es gratuita y sin compromiso.

Marta García de Lucio

Psicoanalista